29 de marzo de 2010

Nothing about love - Un ala de noche

Dos discos de ALEJANDRO LAZO



UNA CITA DIFERIDA

Quince años es el plazo que se dio Alejandro Lazo para finalmente hacer públicas estas canciones. Este dato a nadie puede dejar indiferente, más aún en una época de inflación de la palabra y de voracidad mercantil en que el objeto artístico es puesto en circulación antes de haber siquiera sido concebido. A esta resistencia a la vorágine, que evita la sobreexposición, se agrega otra característica, más inherente a la obra: una poética de la austeridad y de la búsqueda del silencio, que encuentra su mejor resonancia en el encuentro íntimo, de tú a tú, con su público.

Liberado de la tensión que significa ser pública y formalmente un “artista”, Alejandro desarrolla un lenguaje prodigiosamente libre que se vale solo de su radar interno para discriminar lo que sirve o no sirve. Y en este material confluye un poderoso abanico de experiencias vitales, sonoras y literarias, superpuestas en capas geológicas a veces difícilmente discernibles. Joni Mitchell, Bob Dylan, se entrelazan con la mejor tradición trovadoresca latina y el pulso de la música brasileña. Destellos de una lectura personalísima del pop inglés se combinan con una exploración minimalista que lo acerca a ciertos autores doctos contemporáneos. Dejémosle a otros la ardua pesquisa…

Entre las primeras canciones (en su gran mayoría de amor), que aún reflejan el purismo de la juventud, y el ciclo de Nothing about love, compuesto en el vientre de la bestia (Los Angeles, California), hay un evidente corte, una fisura. Lo que media entre un período y el otro son años de trashumancia, el encuentro/choque con la otra lengua (la lengua del otro), la crispación de los sueños, el endurecimiento de la voz. Pero es más que nunca la expresión soberana y tenaz de este siempre joven músico y poeta, que se yergue contra el cielo vacío, contra la ley, contra todos los mutiladores de sueños.

El desfase de años con que se nos presenta esta obra la transforma en una cita diferida. En ese sentido, nos retrotrae al momento luminoso de su gestación o, inversamente, la instala en este presente otro con todos sus acentos intactos, devolviéndonos, por el poder del arte y del corazón, algo que misteriosamente nos pertenecía.

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