9 de octubre de 2007

Un momento para Verónica


EL ESPEJO DE UN MOMENTO - Paul Éluard
(traducción mía personalísima)



Disipa el día,
Muestra a los hombres las imágenes sin apariencia,
Priva a los hombres de toda distracción,
Es duro como la piedra, la piedra informe,
La piedra del movimiento y de la vista,
Y su brillo es tal
Que todas las armaduras, todas las máscaras
Revelan su falacia.
Lo que la mano tomó desdeña tomar la forma de la mano,
Lo que fue comprendido ya no existe,
El pájaro se confundió con el viento,
El cielo con su verdad,
El hombre con su realidad.


Tu cabellera de naranjas en el vacío del mundo
En el vacío de los cristales llenos de silencio
Y de sombra donde mis manos desnudas buscan todos tus reflejos.

La forma de tu corazón es quimérica
Y tu amor se asemeja a mi deseo perdido
Oh suspiros de ámbar, sueños, miradas.

Pero no siempre has estado conmigo. Mi memoria
Permanece oscura de haberte visto venir
Y partir. El tiempo se vale de palabras como el amor.



Las luces dictadas a la luz constante y pobre pasan conmigo todas las esclusas de la vida. Reconozco las mujeres a flor de sus cabellos, de sus pechos y de sus manos. Ellas no recuerdan la primavera, palidecen hasta quedar sin aliento.
Y tú, te ocultabas como una espada en la derrota, te inmovilizabas, orgullo, sobre el vasto rostro de una diosa despectiva y enmascarada. Brillante de amor, fascinabas al universo ignorante.
Cogí tu mano y, desde entonces, ebrio de lágrimas, beso por ti todo el espacio abandonado.



Tu boca de labios de oro no está en mí para reír
Y tus palabras de aureola tienen un sentido tan perfecto
Que en mis noches de años, de juventud y de muerte
Escucho vibrar tu voz en todos los ruidos del mundo.

En esta alba de seda donde vegeta el frío
La lujuria en peligro añora el sueño,
En las manos del sol todos los cuerpos que despiertan
Tiemblan ansiosos de recobrar su corazón.

Recuerdos de bosque verde, neblina en que me hundo
He cerrado mis ojos en mí, soy tuyo,
Toda mi vida te escucha y no puedo destruir
Los terribles placeres que tu amor me crea.


Ella es –pero solo es a medianoche cuando los pájaros blancos han cerrado sus alas sobre la ignorancia de las tinieblas, cuando la hermana de las miríadas de perlas ha ocultado sus dos manos en su cabellera muerta, cuando el triunfador se complace en sollozar, harto de sus devociones a la curiosidad, viril y brillante armadura de lujuria. Ella es tan dulce que transformó mi corazón. Me atemorizaban las grandes sombras que tejen los tapices del juego y los vestidos, me atemorizaban las contorsiones del sol al atardecer, las irrompibles ramas de los confesionarios donde mujeres dormidas nos esperan.
Oh busto de memoria, error de forma, líneas ausentes, llama extinta en mis ojos cerrados, estoy ante tu gracia como un niño en el agua, como un ramo de flores en un gran bosque. Nocturno, el universo se mueve en tu calor y las ciudades de antaño tienen gestos de calle más delicados que el espino, más penetrantes que la hora. La tierra, a lo lejos, se quiebra en sonrisas inmóviles, el cielo envuelve la vida: un nuevo astro del amor se alza por doquier –es todo, no hay más pruebas de la noche.

1 comentario:

Pedro Miguel dijo...

Es más que personalísima: no puedo leer esto sin escuchar tu voz leyéndolo. Aqui Eluard, más que autor, es materia prima.