17 de agosto de 2006

Retrato de Eloísa por Artaud

Yo la quería resplandeciente de flores, con pequeños volcanes colgando de sus axilas, y especialmente esa lava como una almendra amarga, erguida en el centro de su cuerpo.
También había una arcada de cejas, bajo las cuales pasaba un auténtico cielo de violación, de rapto, de ira, en fin, un cielo absolutamente teológico. Un cielo como un arco erguido, como la trompeta de los abismos, como la cicuta bebida en sueños, un cielo contenido en todos los frascos de la muerte, el cielo de Eloísa sobre Abelardo, un cielo de enamorado suicida, un cielo que poseía todos los arrebatos del amor. Era un cielo de pecado protestatario, un pecado retenido en el confesionario, de aquellos pecados que cargan la conciencia de los sacerdotes, un verdadero pecado teológico. Y yo la amaba.

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